martes, 9 de agosto de 2011

La vida es un chiste

Puso una taza grandota, apretó el botón, y con un rugido bajito y grave, la máquina empezó a tirar café en el gran recipiente. Pude escuchar cómo se agudizaba el sonido cuando el chorro estaba rematando el final del volumen. Tocó el botón nuevamente, el rugido cesó, hizo la taza a un lado, apoyó otra igual, y volvió a apretar el encendido.  Miró por encima de su hombro derecho
- ¿Azúcar?
- No, gracias – le contesté.
Puso la vista en su taza, mientras yo sentía el fuerte olor a café y me empezaban a dar ganas de entrarle a un chocolate o algo.
- Perdón que no traje facturas ni nada, no me avivé.
- No pasa nada, ¿tenés hambre?
- Nono, pasa que relaciono el olorcito del café con la merienda o algo así, no sé. Tampoco estoy muy acostumbrado a tomar café, soy más del mate yo.
- ¿Qué sos del mate? Estás del mate – me dijo sonriendo.
Por más que no fueran los chistes más hilarantes del mundo, era muy divertido el buen humor de Dios.
Apagó la máquina cuando su taza también estaba llena, agarró la otra, las apoyó en la mesa verde y se sentó.
- Muchas gracias.
- No es nada. ¡Espero que te guste!
Le di un sorbo. Estaba genial.
- ¿A todos les das café?
- Para nada, a los que se bañan les doy la mano. – Mi cara de sorpresa se siguió de su risa – No te preocupes por tu higiene, está muy bien. No a todos les doy café, pero a todos les doy la bienvenida.
- Igual yo me voy en un rato eh…
Se rió con ganas.
- Sí chico, no te preocupes, sé que venís a hablar. Es una visita, no una entrevista de ingreso.
- ¿¿Hacen entrevistas de ingreso??
Se volvió a reír.
- Sé que tus ojos saben leer la vida con inteligencia. A esta altura no me cabe duda que sabés muy bien que las cosas no necesitan ser directas para llegar al punto, muchas veces lo que vos escuchás no es lo que yo pienso.
Tomé un sorbo, realmente el café era bueno. Y yo, paradójicamente dentro del paraíso, pecaba de ingenuo. Me acordé de algo y le contesté.
- Fernando Peña decía algo así, que la gente 'oía lo que él decía, pero no escuchaban lo que pensaba.' Y una señora que no me acuerdo cómo se llama le preguntó si no sería porque él no decía lo que pensaba. Era una buena interpretación. ¿Se aplica a tu caso?
- Ni yo ni Fernando tenemos problemas para decir lo que pensamos.

Tomó un trago largo de café, y me asusté un poco. ¿Qué onda si con un comentario desataba la furia de Dios? Zarpada ecatombe. Tomé otro sorbo y me imaginé la situación. Tirarle el café encima y correr no iba a ayudarme mucho. Pensé que si a Superman le hacía mal una piedrita verde, capaz a Dios lo desbarataba esta infusión marrón. “No, bancá, bancá, entonces qué hace tomando café? Además, a los que madrugan él los ayuda, y muchos deben madrugar con café…”.
Por suerte interrumpió mi pensamiento.

- ¿Conocés el chiste del criquet, el coso ese que se usa para levantar al auto?
Me sorprendió un poco lo barrial que era su forma de hablar.
- Eh… ¿el del tipo que se queda en la ruta y necesita un criquet y a lo lejos ve una casita y lo va a pedir?
- ¿Sabés contar ese chiste?
- Eh… creo que sí.
- ¿Lo contás, o lo explicás?
- No, lo cuento, como cualquier otro… si explicás un chiste no tiene gracia. La joda es que el otro complete en su cabeza, es eso lo que lo hace divertido, la construcción que hacemos en nuestra cabeza.
- Exacto. Si todo lo explicito, pierde sentido. Es necesario que cada uno pueda hacer su interpretación y que actúe en consecuencia. No todo hay que reducirlo a lo que se ve: tu tatuaje en la espalda significa más de lo que dice, ¿verdad? No todo hay que simplificarlo, los hombres tienen la manía de resumir, de todo sintetizarlo en pocas palabras.

Se me vino a la mente lo que me gusta viajar. Y que disfruto del viaje, desde el momento en que salgo de casa. Inclusive, desde el momento en que armo la mochila, o desde que lo planeo o lo imagino. Disfruto mucho antes de llegar al destino. Aprovecho el contexto y el contenido, y no lo resumo en una llegada. Capaz la pifiaba seguido, pero ahí iba bien. Sonreí.

- Claramente no es tu caso – siguió – a vos te gusta usar todas las palabras que creas necesarias para decir lo que querés decir. A veces es un problema, pero cada uno se expresa como puede. De la misma forma que cada uno entiende como puede. El desafío está en descubrir que lo que hacemos, no siempre es todo lo que podemos hacer. Tal vez uno de los mayores dones del hombre, es que tiene el poder de aumentar sus poderes. No siempre lo usan para bien, y no siempre lo usan. Pero ese poder está. El horizonte es una línea que se ve en perspectiva. Nunca es un límite total.

Era complicado acotar algo. Todo era muy claro como para entorpecer hablando. Miré el café y un pibe líquido y moreno me devolvía la mirada pensativa.

- Si me permitís extenderme un poco, te recuerdo una historia que ya sabés pero que me gusta contar. Un hombre encontró el capullo de una mariposa. Un día, apareció en él una pequeña abertura, entonces se sentó y observó durante varias horas cómo la mariposa luchaba, esforzándose para poder pasar a través de ese agujerito. En un momento le pareció que la mariposa ya no progresaba, como si hubiera llegado al límite de sus posibilidades y no pudiera seguir avanzando. Decidido a ayudarla tomó una tijera y cortó el pedacito restante del capullo. La mariposa salió fácilmente, pero tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas y arrugadas. El hombre siguió observándola, esperando que en cualquier momento las alas pudieran agrandarse y expandirse para poder soportar el cuerpo que, a su debido tiempo, se contraería. Nada de eso sucedió. De hecho, la mariposa pasó el resto de su corta vida arrastrándose con el cuerpo hinchado y las alas encogidas. Nunca pudo llegar a volar.
Lo que el hombre no comprendió, en su bondad y apuro, es que el obstáculo del capullo y la lucha necesaria para que la mariposa pudiera pasar por la abertura era el modo en que se obligaba a que el fluido del cuerpo de la mariposa llegara a sus alas para que estuviera en condiciones de volar una vez que se liberara del capullo.
Algunas veces, las luchas y dificultades son exactamente lo que necesitamos en nuestras vidas. Puede parecer difícil de entender y muchos piden explicaciones y ayudas… que no es lo que necesitan. De la misma forma que explicar un chiste le quita la gracia, hay respuestas que no son directas para llegar más lejos.

Se acercó la taza a la espesa barba (no sé si era tan tupida como siempre la imaginé, o si ahora sólo puedo imaginarla de esa forma) y la boca se abrió paso hasta tomar un larga bocanada de café que me cedió segundos de reflexivo silencio.

- En fin, te agradezco por la visita, sé que vamos a hablar de nuevo en otro momento.
Dejó la taza, que en pocos sorbos había sido vaciada de más de la mitad de su abundante contenido, apoyó las manos en sus piernas y se paró.
- ¿Eh? Sí, pero… perdón, todavía no pude preguntar lo que vine a saber.
- No te hagas problema, ya está respondido. Y también sé que tenés cosas para hacer, no quiero que se te haga tarde
- No, no, no lo pude preguntar, no quisiera desperdiciar la oportunidad, necesito saber…
- Estoy seguro que no necesitás preguntarme nada ahora. Si no encontraste lo que buscabas, tal vez no estés entendiendo tu búsqueda.
Me levanté un poco confundido. Dejé la taza en la mesa verde, y me paré yo también. ¿Qué tenía que ver esta charla con mis preguntas? ¡Yo venía a que me aclare y me conteste algunas cosas, no me podía ir así! ¡Por fin lo tenía ahí, había accedido a responderme, y finalmente me iba a ir con medio café ingerido y una conversación banal que no había ido a donde yo apuntaba!
Sin que yo sepa si existe de verdad o si se llama así, Dios me acompañó hasta la puerta, me dio una palmadita en la espalda y me sonrió mientras me iba.

- Ah, che, acordate de los chistes. La vida es un chiste. Uno muy bueno.

Y ahí, algo entendí. Pero claro, no tengo que explicarlo.