martes, 27 de septiembre de 2011

Hacer agua: ¿fracaso, o milagro contra la sed?

Lo bueno de que se te hunda el barco, es acordarse que la última vez ya aprendiste a nadar
(y que igual, siempre un amigo te va a tirar un salvavidas)

A dejar la cabeza fresca,
que uno no controla la marea pero sí para donde rema.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Semántica humana.

La palabra no se lee a si misma. No puede separarse del papel para verse. Cada letra está ahí, cumpliendo. No sé si es consciente de su función, puede que jamás se entere del poder que tiene, que nunca vea la profundidad que alcanza, lo alto que nos llevan, o lo bajo que nos arrastran. Está ahí, haciendo lo que tiene que hacer, mostrando todo lo que es, aunque no todos sepan lo que dice, no todos aprecien su valor. La palabra no se autoabarca: no se entiende a si misma, requiere que alguien más la entienda. Necesita de ojos que la lean y de bocas que la digan, aplica su magia y desata su sabor con manos que la escriban y oídos que la escuchen. Lleva consigo todo su poder, pero es latente, a la espera de que algún buen lector libere su potencial regalándole significados, conceptos, ideas, viajes mentales. Y así y todo, sigue sin leerse a si misma.

Yo conozco gente que no saben lo que significan. Deben tener una idea apenas aproximada, pero pucha, estoy seguro que no tienen noción de todo lo que comunican, de todo lo que dicen, de todo lo que me llegan. No necesité releer mucho, un buen lector caza enseguida qué palabras le van a quedar escritas en el pecho y se las va a llevar mucho más lejos que el libro donde las encontró. No necesité releer mucho, a buen entendedor, pocas palabras.