lunes, 21 de mayo de 2012

Con Vida.

Porque tenés vida. Me la das, cómo no la vas a tener? La ConVidás.
Porque me hacés dudar. Porque puedo estar parado en aciertos mucho tiempo, y una pregunta tuya me deja en el inicio de vuelta, dándome cuenta que tengo mucho por seguir.
Porque explicándote a vos, me entendí a mí.
Porque hablamos diferente, pero en nuestro idioma.
Porque pensamos en lenguas distintas, pero sentimos en la misma sintonía.

Viajá todo lo que quieras, subite al avión que te lleve lejos, y mirá constelaciones que yo no conozco. Abrigate cuando yo esté en cuero y despertate cuando me acueste, que la tarde de los tuyos sean las mañanas de los míos. Caminá por la montaña cuando yo camine por Reconquista, y disfrutá del silencio mientras yo toco la guitarra pensando en que a ese tema le falta tu voz. Poné música, que sin escucharla voy a saber cómo te vas a poner a bailar cuando no te esté viendo nadie. Dormí donde no te vea, voy a adivinar tus ojos hinchados a la mañana. Dormí donde no te escuche, sé que vas a decir algunas palabras dormida y vas a apretar los dientes sin saberlo. Despertate lejos mío y preparate tu café sin azúcar para leer esas noticias que te van a contar cómo está el mundo tan enorme en el que vivimos, ese que te hizo nacer en una tierra donde cae nieve y a mi en una donde cae granizo, pero se ensañó para que nos encontremos contra toda probabilidad.

Podés irte al viejo continente, que igual no te vas a ir de mi.
La distancia está en el corazón, y te tengo pegadita a mi.

jueves, 22 de marzo de 2012

Alto! No se detenga!

(No puedo creer la velocidad con que todo pasó en este tiempo. Cuantos cambios. Si sigo metiendo cambios, en una me voy a pasar, meto reversa a 180 y nos matamos todos.)
(Ahora sí, perdonen, empiezo)

La primera vez que me subí a una montaña rusa en mi vida, fue con mi vieja. Parado al lado de la Boomerang (también conocida como La Roja, del Parque de la Costa), recuerdo que le dije que estaba bastante asustado por la velocidad que veía que tomaba. Esas frases que a uno le quedan y le rebotan en la mente varios años después con un significado nada que ver con el que te tiraron, mi madre dijo: "La velocidad da adrenalina, lo que da miedo es la altura. Si estás a esa altura y lento, te va a dar miedo."

Estar a mucha altura nos da miedo. (Vivir pegado al suelo aburre!)
Ir rápido, nos mete adrenalina. (Que es casi como tener miedo, pero divirtiéndote y excitándote)

Pero estar alto, en las nubes, y frenar de golpe... ahí te hacés consciente, y te entra el
(y me aclaro la garganta para pronunciar esta señora palabra),

CAGAZO



Sí señor. Te subís, a veces ni te cobran la entrada. Se sigue discutiendo si es mejor adelante o atrás. Dicen que desde el fondo se siente más rápido. También dicen que si te sentás en primera fila de tu vida, el viento te pega en la cara, nadie te tapa y ves como se te viene encima el camino. No hay mucho tiempo para pensar, todos corren a un puesto, y vos hiciste la fila para ocupar alguno. Te sentás, te tocó el turno, aunque capaz venías distraido y todavía no lo habías notado. Después de todo, somos maestros del arte de no masticar lo que comemos por pensar en el sabor del próximo bocado. Trague nomás, siga tragando, que se pierde el sabor del encuentro. (Hago unos mangos metiendo chivos de Quilmes cuando reflexiono sobre lo futurizado que tenemos el presente y lo poco presente que estamos en él).

Arranca, a veces para adelante, a veces para atrás, pero siempre empieza. En algún momento, salís disparado, y si tuviste la suerte de avivarte que ya estás en el juego, capaz te pasa lo que a mi, y disfrutás mientras subís a enorme velocidad.

Nos estamos dando cuenta que estamos alto. Sabíamos que estábamos subiendo. Sabíamos que estando alto, nos iba a dar miedo. Porque también sabemos que nos va a tocar bajar. Y esta vez, porque así es el recorrido, nos tocó la parte donde todo se frena para que veamos, para que apreciemos, para que temamos esta altura. Nos podemos caer. O nos podemos tirar. Pero también podemos seguir, disfrutando el recorrido, a los gritos, sonriendo, apretándonos las manos cuando creamos que en cualquier momento se descarrila todo.
Nos subimos juntos, nos tocó uno al lado del otro. Y ninguno de los dos se quiere bajar.
Me importará que se termine la vuelta, cuando alguien me obligue a salir de mi asiento. Hasta ese momento, voy a disfrutar cada curva, cada subida, cada bajada, cada cambio de velocidad, cada cambio de altura.

Vos me acelerás el pulso y me levantás.
¿De qué velocidad y altura me tengo que preocupar?